Progenitora
Amada madre, tierna florecilla de los campos silvestres,
delicada flor de primavera. Luz, fuego eterno, sabidurìa
en forma humana, resplandor sin fin que no se apaga,
que habita en mi alma y la linea genètica de nuestras mujeres.
Capullo de ternura, sacrificio, esperanza, tesoro de sorpresas
en la alforja de mis hijas pues nuestro amor es infinito
unido de usted a nosotras y de nosotras a los que dimos el hilo de vida.
La veo cuando me asusto, oigo su voz compasiva,
su eco discreto de pasos en presencia de hechos.
Sonora es su voz cuando aconseja y como nota musical
va formando melodias de noches repletas de estrellas.
A veces se pierde en la noche y cuando amanece
està a nuestro lado, en la cocina, en la plàtica,
en los modos heredados por mis hijas,
usted no muere porque su hilo de vida
es presencia que forma futuro