Mayas
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Teocintle, Antepasado del Maíz
Texto tomado de https://www.mexicodesconocido.com
El maíz nació gracias a las manos humanas. Conoce el teocintle, «la madre del maíz».
No es posible pensar la gastronomía mexicana sin el maíz. Tortillas, pozole, tamales y un sin fin de platillos tienen por esencia este cereal, cuya producción en México es de 27.8 millones de toneladas anuales. El maíz siempre ha estado ligado a la historia de las culturas mesoamericanas, ya que su origen se sitúa ahí. Sin embargo, el maíz no siempre fue como lo conocemos, su aparición se remonta al teocintle.
El teocintle o zea perennis es una especie del género Zea que se localiza principalmente en México, Nicaragua y Guatemala. Los teocintles son los ancestros silvestres del maíz, que a través de la agricultura fue domesticado por los habitantes de la América prehispánica.
Se intuye que este cereal salvaje pudo ser utilizado de forma semejante al maíz, incluso sus granos producen palomitas expuestos al fuego y es posible producir alcohol si se fermenta. Actualmente también es conocido por los sobrenombres “madre del maíz”,”maicillo”, “chapule”, entre otros.
La apariencia física del teocintle es semejante a la de cualquier pasto, sin embargo su estructura genética es muy semejante a la del maíz. Debido a ello, es posible hacer cruzas de maíz con teocintle y obtener descendencia fértil, además de clasificarse dentro de las mismas categorías: Zea y Luxuriante. Se piensa que los híbridos del maíz madre y el maíz pueden producir especies más resistentes.
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Paxil
Texto tomado de: https://www.mexicodesconocido.com
Paxil, paraíso donde se originó el maíz (Veracruz, Mèxico)
De Paxil y de Cayalá, como se le llama, de allí vinieron las mazorcas amarillas y blancas…
el lugar mítico y paradisiaco de donde provenían todos los tipos de maíz.
El Popol Vuh menciona un lugar específico como cuna del maíz, denominado Paxil.
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Paisaje Cambiante
Autor invitado: Hilde Domin
Uno tiene que saber irse
y sin embargo, ser igual que un árbol:
como si se quedasen las raíces en el suelo,
como si se moviese el paisaje
y nosotros nos quedásemos parados.
Aguantar la respiración
hasta que cese el viento
y el aire ajeno empiece a rodearnos,
hasta que el juego de luz y sombra,
de azul y verde,
muestre los viejos patrones
y estemos como en casa
donde sea,
y podamos sentarnos y recostarnos
como si fuera la tumba
de nuestra madre. -
Tapisca
Autor invitado: Felipe Tambriz Tambriz
Lo dijo diciembre,
tapiscarè los sueños
que sembrè en febrero
romperè el jo’q;
mazorcas amarillas
blancas y negras
luciràn desnudas sus granos de oro.
Las àsperas agujas del xub’
amargaràn la dulzura de elotes
y…
por la noche
tapiscarè del cielo
las estrellas màs bellas.
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El Càntaro
Autor invitado: Angelou Por Liz
Azota el sol
Hace sudar mi frente
Me acaricia la grata frescura del gran pozo.
El càntaro està conmigo,
es mi compañero de andanzas, me sonrìe.
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La Casa de tu Alma
Autor invitado: Jorge Miguel Cocom Pech
Tu idioma es la casa de tu alma.
Ahì viven tus padres y tus abuelos.
En esa casa milenaria
hogar de tus recuerdos,
permanece tu palabra.
Por eso
No llores la muerte de tu cuerpo,
ni llores la muerte de tu alma;
tu cuerpo permanece en el rostro de tus hijos,
tu alma eternece en el fulgor de las estrellas.
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Fortalecer
Inspiro la vida, para llenarme de amor
para detener momentos y recobrar instantes
sumergièndolos en oasis de agua cristalina;
elemento de paisajes repletos de plantas de maìz amarillo
de gente sana, que ama el equilibrio productivo del ahora
con futuro de aurora fresca, mañanera, colorida.
Padre, madre, inspiraciòn divina del alivio de la medicina
que cura, que sana heridas, de almas desoladas.
Mirada de astros y planetas desde la dimensiòn de madre
bendice los rìos existenciales, reconforta el corazòn de los hijos
creados para crear, para pensar; agradeciendo la energìa vital
sintiendo el latir del corazòn en la expresiòn
de la fuerza energètica de nuestros pueblos
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-Proverbio Maya-
El que cree, crea, el que crea hace; el que hace se transforma a sí mismo y a la sociedad en la que vive”.
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El Àrbol
Autor invitado: Humberto Ak’abal
Soñè que fui enterrado; me crecieron ramas, me llenè de hojas,
los pàjaros cantaban en mis ramas, mi corazón crecìa en el àrbol.
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