alma
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Libertad
Autor invitado:Otto Rene Castillo
Tenemos
por ti
tantos golpes
acumulados
en la piel,
que ya ni de pie
cabemos en la muerte.
En mi país,
la libertad no es sólo
un delicado viento del alma,
sino también un coraje de piel.
En cada milímetro
de su llanura infinita
está tu nombre escrito:
libertad.
En las manos torturadas.
En los ojos,
abiertos al asombro
del luto.
En la frente,
cuando ella aletea dignidad.
En el pecho,
donde un aguante varón
nos crece en grande.
En la espalda y los pies
que sufren tanto.
En los testículos,
orgullecidos de sí.
Ahí tu nombre,
tu suave y tierno nombre,
cantando en esperanza y coraje.
Hemos sufrido
en tantas partes
los golpes del verdugo
y escrito en tan poca piel
tantas veces su nombre,
que ya no podemos morir,
porque la libertad
no tiene muerte.
Nos pueden
seguir golpeando,
que conste, si pueden.
Tú siempre serás la victoriosa,
libertad.
Y cuando nosotros
disparemos
el último cartucho,
tú serás la primera
que cante en la garganta
de mis compatriotas,
libertad.
Porque
nada hay más bello
sobre la anchura
de la tierra,
que un pueblo libre,
gallardo pie,
sobre un sistema
que concluye.
La libertad,
entonces,
vigila y sueña
cuando nosotros
entramos a la noche
o llegamos al día,
suavemente enamorados
de su nombre tan bello:
libertad.
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Primavera
Despertar de flores,
tierno calor de un delicado rayo solar.
Que arrulla al àrbol medio dormido,
al bosque entero con su sonido,
al alba de un sueño……..
a tu alma arropada en luz.
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LA SIGUANABA DE AGUA ZARCA
FUENTE: Leyendas de Santa Ana Huista, Huehuetenango, Guatemala. Elder Exvedi Morales Mérida.
Esa noche, las estrellas temblaban de frío y suspiraban no sé porqué…y el silencio saltaba y se revolcaba en las callejuelas de Agua Zarca.
Bajo la sombra de la añosa ceiba se amontonaban como jocoshes las remembranzas, y gritaban amarguras y dulzuras y él, el joven campesino, la esperaba apasionado.
La oscuridad era densa, y no podía divisar a quien se acercaba en ese instante. A esa hora, la nostalgia le escupió el rostro del alma y la congoja se impuso. Tenía ocho días de no saber nada de ella.
Cavilando estaba, cuando de lo profundo de la calle Real, surgió una bella mujer vestida de blanco…
-Es ella-, musitó, y miró para todos lados y descubrió que estaban solos, como dos melodías en medio de un vegetal pentagrama.
El ladrar de los perros se acrecentó, y las pocas estrellas se ocultaron detrás de las nubes, que como ovejas de nieve saltaban y saltaban.
-Ya ni chiste tiene-, dijo, y se atrevió llamarla: ¡Chencha, Chencha, aquí estoy!
Los rayos de la luna se enredaron entre las ramas de la ceiba y se convirtieron en nidos de astros.
Mientras tanto, la sensual mujer que no daba la cara, se negaba a dar un paso.
-¡Qué rechula está!, afirmó-, mientras la apreciaba de pies a cabeza.
El vestido blanco pegado a sus curvas; su cabello largo danzando al compás de la música del viento; su esbelta cintura lucía una cinta dorada, sus senos prominentes, sus caderas redondas y muchas otras cosas, la identificaban como la amada.
-Es ella, la conozco rete bien, pero ahorita sí se está poniendo difícil.
La luz de la luna inició a salpicar la oscuridad y pudo observarla mejor.
-¡Chencha, Chencha, vení pue, no seas pura lata!
Fue hasta entonces cuando ella alzó la mano y le indicó se acercara.
-Qué rejodida es-, pensó, y se mostró indiferente.
Ella atravesó presurosa la calle Real y dobló por una vereda que conducía al camposanto. El tortuoso caminito parecía serpiente dormida. El viento comenzó a soplar y le chipoteaba la cara morena.
De pronto, entró por la rendija de su corazón un terror jamás experimentado.
-El guaro que me atoré me está chingando, dijo.
Mientras tanto, las luciérnagas que parecían minúsculos tizones voladores huían de la mujer.
Ella estaba como congelada cerca de un tapial semidestruido, esperándolo.
-¡Chencha, ya ni chiste tenés, crees que soy tan dundo!-, le gritó un poco irritado.
Ella alzó de nuevo la mano, indicándole fuera tras sus pasos.
-Ni modo- pensó-, ante una mujer uno se vuelve como melcocha.
Fue tras sus huellas. La mujer apresuró sus pasos y él aligeró los suyos.
Ya en el corazón del cementerio, ella se detuvo y él la abrazó, y de pronto un estremecimiento corrió por todo su cuerpo y cayó inconsciente al suelo, cuando vio su cabeza de caballo con sus ojos de fuego. Si no es porque unos cazadores perseguían un venado cerca del lugar, se lo hubiera llevado la Siguanaba, al más allá.
Profundamente enfurecida, lanzó un grito terrorífico huyendo.
Hasta el filo de la aurora lo encontraron delirando.
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Rasgos de Olvido
Y te metes en la caja obscura de tus pensamientos
y ocultas la verdadera expresion de lo que tu corazon siente
la fuerza de amor que palpita y rompe el aliento
quedando solo, sin haber compartido, los gritos de voces.
Y yo sigo siendo el alma inocente
que espera callada en silencio,
del ruido del viento
y de un murmullo ya sin nostalgia.
Y se anulò el pasado!
y convirtiò mi vida en presente.
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La Casita de la Meseta
El entorno que formò mi niñez, acompaño mis sueños.Despertares marcados con la luz del cariño y del amor de los mìos.
Mi hogar en la punta de una colina, como queriendo tocar el sol o las nubes del cielo.
En medio de risas de aurora, las risas de niños que hasta con ecos, te hacen entrar de nuevo al recuerdo.
Y asì se aproxima el alma hablando casi en silencio, contando tu estancia, tu trabajo, tus vivencias y como tù cruzas los campos con el viento en los ojos y el cabello en la cara. Queriendo robar los aromas de flores marchitas pero aùn con colores.
Llegaste al atardecer, despues del medio dìa, con pretextos, confundido. Buscando la razòn de mis olvidos.
Yo al verte, contemplè tu rostro, tu boca, tu encanto, queriendo yo ser la misma que tu habias dejado y amado.Llenè de suspiros mi pecho, asì en un esfuerzo, cristalizaron el agua la luz de tus manos.
Corrì abrazarte sintièndo el latir de tu pecho, mi alma ahogada buscando razones, sintièndote mìo. Luego el silencio y yo sin palabras, pero preguntando…..porque todo ha cambiado, porquè no es lo mismo.
Tu rostro plasmado en el mìo sin ver ni la sombra, tampoco un reflejo, fundidos en uno solo como el sol y la luna.Pero donde està el dìa…si lo haz acabado con todo tu olvido, por falta de mimos y tambièn de palabras que alimentan el vuelo de alguien cansado.
Te amo! me dices y luego me besas. Ningùn ser en la vida puede darte todo lo que yo siento, ni cien corazones, lo mìo es eterno….luego…tu mano en mi rostro y solo suplicas que te ame…….y te amo.
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Alma Herida
Habitaciòn en penumbra, de un amanecer cualquiera, con toques suaves, discretos, de alguien herido. Que clama, que llora y mi alma solloza, sin ninguna esperanza.
Mi àngel reclama que acepte, que oiga, que mire! que sienta lo que hay en mi vida.
Mi vida de opacos presentes y lunas ya idas. Que añora callada que tù ya regreses.
Làgrimas no tengo, ya he llorado tanto, de tanto extrañarte, de sentirme sola.
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Contemplando
Contemplando tu sombrìo rostro
tus ojos de anhelos
se roban mis ansias
e inquietan mi alma,
perfuman mis dìas
como ràfagas de viento
como dardos, como luces
como luna llena.
Tu amor en esta noche obscura
permanece callado y sombrìo.
Nunca es tarde
siempre el momento preciso
siempre el segundo oportuno;
para quererte
para adorarte
para besarte
para decirte que bello es el azar y el infinito,
las estrellas de tus ojos
y lo perfecto de este instante.
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Ser
Soy el hilo de un alma solitaria
En la grandeza y pequeñez de nuestro mundo
Acompañada del color de la existencia
Del calor del alba y del dìa
Que nace pronto, que se va y se muere.
Soy esa flor que tiene semillas
pero que necesita de alforjas,
Luceros que te dan alegrìa,
Cuando la neblina desciende
Al ocaso del mundo y tambièn del recuerdo.
Siempre a la brillantez de tu mirada,
Pensamiento de pàjaros sin alas
Con plumajes de verde esmeralda
Humanos ensueños que roban al aire
Pequeños momentos de las perlas: los brillantes
Enjambres de colmenas
Forradas de mieles
Escarbando secretos
De profundos a anhelados sueños.