huipil
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Huipil
Autor invitado: Natalia Toledo
De cara al cielo como una lagartija,
te acomodo dentro del baúl con olor a ocote
mi piel revienta las flores que dibujaron sobre mi vestido
pueden venir esta noche a pellizcarme hombres y colibríes
mi alegría es néctar que emana.
A bailar voy a las fiestas y si llueve
el corazón del día arroja un arcoiris
sobre mis ojos y mi huipil.
Cuando un rayo cae, quema el cielo,
entonces abro mi boca de lagartija para beber su fuego.
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Ixcan
Autor invitado: Alejandro Arriaza –
Letra de la canciòn Ixcàn.
Los dioses decidieron fijar su residencia en el Ixcán,
tejieron un huipil de selva verde, colgaron un chachal
hecho de estrellas.
Y luego permitieron que los hombres habitaran su
morada
La milpa floreció entre la montaña, los niños jugaron
con la luna,
los dioses decidieron instalar el paraíso en el Ixcán.
Los árboles espiaban su belleza reflejada en el Chixoy,
los pájaros cantaban sus romances y hasta el sol
trataban de elevarse.
La tierra bondadosa era la madre de la espina y de la flor
Pero un día llegaron los hombres del fuego y la guerra,
quemaron la milpa, regaron con sangre la tierra.
Los hombres y las mujeres dejaron su hogar
y hacia el amargo exilio hubo que marchar.
Los dioses abandonaron su paraíso, todo cuanto estaba
hecho se deshizo,
los días de la alegría quedaron atrás, la muerte se hizo
dueña del Ixcán.
Los montes conocieron la furia del señor de Xibalbá,
los gritos de la bomba y la metralla tronaron en la selva
noche y día,
el viento era el gemido moribundo de la selva
desgarrada
Las aguas del Xalbal corrieron rojas, las nubes se tiñeron
de cenizas,
los montes conocieron la furia del señor de Xibalbá.
La risa de la selva fue tomada prisionera y torturada,
bajo el polvo de todos los caminos brotaron
cementerios clandestinos.
El cielo lloró sangre lamentando el genocidio del amor.
Pero más poderosa que el odio, la guerra y la saña
fue la voz del corazón de la montaña
y aquellos que un día lejano debieron marchar
a casa decidieron regresar.
La furia del pueblo libre y organizado fue como la fuerza
de cien mil tornados
y quienes les aplastaron con su bota vieron que su
fuerza había quedado rota.
Luego de la noche fría y despiadada se vino el gozo de la
madrugada
¡La muerte y el dolor no volverán a pasear por las
montañas del Ixcán!